Hay palabras difíciles de ajustar en una superficie. Por más que enroscamos y enroscamos no terminan de agarrar teniendo que darle vueltas en sucesivos momentos.
La participación es una de esas palabras. Por eso siempre está revuelta, como nuestra cabeza, a la que le han metido una idea que no se deja atrapar.
"La cabeza es redonda para que el pensamiento pueda cambiar de dirección" decía una pintada. Y la participación está tomando una dirección de emergencia que hace que se imponga cada vez más la necesidad de darle una nueva vuelta y que así agarre bien un tiempo y sobre la superficie adecuada.